04/11/2018

Testimonio 4




Una experiencia muy reveladora sucedió un año después, que mi mama recibió a Jesucristo como su salvador. Estaba muy enferma y postrada en una cama.  Mi hermana la cuidaba de día y de noche pero, a los seis meses ya estaba agotada, no tanto por la labor física sino por los sufrimientos de nuestra madre. Decidimos que yo cuidaría de los muchachos y mi esposa Cati se iría a Italia para ayudar. Encontró  mi madre en coma, se repartieron el trabajo de día la atendía mi hermana y de noche mi esposa. De noche tenía momento de lucidez y hablaba con mi esposa. Una noche de repente se despertó del coma, y empezó a decir que en la puerta estaba Jesús que la llamaba. Mi esposa empezó a investigar, se puso entre ella y la puerta de entrada al cuarto, pero mi madre miraba en otra dirección, miraba mas en alto, no era esa la puerta que ella veía. Después le preguntó cómo andaba vestido Jesús, y le contestó que de blanco, después como la llamaba, le contestó que por su nombre. Mi esposa le dijo que seguramente la llamaba Antonieta. Ella le dijo que no, que la llamaba por su nombre. Insistió mi esposa, entonces seguramente la llamaba Antonia, era su verdadero nombre, y en todos sus documentos aparecía ese nombre. Le contestó con voz firme,  porque mi esposa no entendía,  que la llamaba por su nombre. Fue claro que Jesús la llamaba con un nuevo nombre y ese nombre nadie lo conocía solo ella y Jesús. Era un nuevo nombre que Él le había puesto, era un nombre que no venía de voluntad humana, sino de la voluntad divina, era un nombre celestial, ignorado por los demás hombres.
”Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe”. Apocalipsis 2-17 Cuando leía ese pasaje de Apocalipsis, pensaba que al creyente se le daba un nombre nuevo cuando está en el cielo. Pero veo que Jesús llama a mi mamá con un nombre nuevo, y aquí en la tierra, y sorprendentemente mi esposa tuvo el privilegio de asistir a ese llamado. Y esto es Maná escondido.

A DIOS SEA LA GLORIA